Hong Kong y su separación de China

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En el marco de un conflicto que muestra a la sociedad hongkonesa manifestándose en las calles para continuar con la independencia de Hong Kong, un proyecto propone la unión con China que existió hasta hace unas décadas.

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La historia de la separación y sus motivos

Con algunos testimonios clave como “yo no me siente conectado con China”, “Amo Hong Kong y me siento hongkonés”, “mi generación no tiene una buena impresión de China”, “Este es nuestro país y lo defenderemos siempre como tal” lo resumen todo.

En julio de este año tuvo lugar el 20° aniversario del día en que Reino Unido le devolvió Hong Kong a China, un suceso repudiado porque hay un considerable porcentaje de la oposición que se opone a dicha dependencia.

Se tratan, en su mayoría, de habitantes de esta considerada Región Administrativa Especial de la República Popular de China que en todos estos años se criaron en el marco de un buen sistema político y económico del que conocen sus antecesores.

Es justamente por esto que muchos individuos están preocupados ya que la incertidumbre sobre lo que puede ocurrir con Hong Kong incrementa las preocupaciones respecto al futuro de las concesiones negociadas con los británicos para otorgar el territorio del que estos últimos se apropiaron hace casi dos siglos.

Concretamente en 1842 se produjo la anexión británica de la isla de Hong Kong luego de la Primera Guerra del Opio. Este hecho es constatado como un claro ejemplo de lo que hoy se denomina la diplomacia de las cañoneras.

Claro está que antes, durante y finalizada la Primera Guerra del Opio Hong Kong se encontraba debilitada y había un motivo que desencadenó un conflicto aún mayor que terminó de la peor manera para los hongkonianos.

Para mediados del siglo XIX Reino unido importaba casi la totalidad de su té de China y no lograba que los habitantes de este último se interesasen en las exportaciones británicas o en alguno de sus productos.

Sin embargo, una droga llamada opio fue el elemento con el que la Compañía Británica de las Indias Orientales consiguió mejorar sustancialmente la balanza comercial que tantos problemas causaba.

De todos modos, el opio fue rechazado y prohibido por las autoridades de China pero los británicos no se rindieron y comenzaron a contrabandear, generando así un gran negocio con miles de personas adictas a la droga.

Con la producción del opio en alza y los ingresos en crecida, el emperador Daoguang repudió totalmente la actividad y llamó a los habitantes a protestar, algo que no funcionó debido a que fue ignorado y pese a que autoridades chinas lograron confiscar alrededor de 20 mil cofres con la droga.

Un tiempo más tarde Londres mostró su apoyo a Daoguang y le mandó un ejército que derrotó unos pocos años después y de manera completa a las fuerzas chinas. Con ello, llevaron a Pekín a firmar un tratado de paz que incluía varios ítems.

Entre estos últimos se establecían condiciones impuestas por el Tratado de Nanking en el que obligaban a un pago mayor a 20 millones de dólares para reparar daños y poder abrir varios de los puertos del país a todas las naves mercantes.

Con este tratado los hongkoneses buscaban terminar con, al menos, la parte más grave del conflicto, subsanar las secuelas de la droga en la población y, lo más importante, asegurar la cesión a perpetuidad de la isla de Hong Kong, la cual sumó en 1860 a la vecina península de Kowloon.

No obstante, sucedió con esta concesión lo mismo que a los británicos con la exportación del opio: fue repudiada y arrancada por la fuerza una vez culminada la Segunda Guerra del Opio y Reino Unido, en búsqueda de regresar al negocio que tanto resultado le dio, desafió a China a permitir el comercio de la droga.

Así fue como el territorio de Hong Kong, cuyo tamaño era reducido sobre todo en comparación al de China y Reino Unido, quedó conformado en 1898 luego de que China accediera al alquiler de los Nuevos Territorios (el actual 85% del país y con la mitad de los habitantes allí) e incluyó también 235 islas aledañas durante 99 años, es decir, hasta 1997.

Cabe destacar que en su momento (y durante muchos años) este acuerdo era casi un sinónimo de eterno y quienes lo establecieron no tuvieron en cuenta que las futuras generaciones evidenciarían su fin.

Además, en esos casi 100 años el poder de China a nivel mundial fue gigantesco, logró proclamarse como una potencia mundial, alberga el mayor porcentaje de población situado en un país y es líder en decenas de industrias y rubros.

Es por ello que uno de los fines que el gobierno chino quiso lograr en las últimas décadas es la de revertir tratados que sentía eran injustos y, debido a su gran ambición, la renovación del alquiler se convirtió en una negociación para la devolución de todo Hong Kong.

Lo cierto es que el acuerdo final (aunque en realidad, momentáneo) determinó que China accediera a gobernar Hong Kong mediante el principio conocido como un país, dos sistemas en el que ellos conservarían su identidad y autonomía.

Con un sistema político similar al de China, Hong Kong supo crear sus propios valores y costumbres que lo diferencian tanto de China como de otros países, por lo que su independencia, paz y respeto mundial son pretendidos como algo esenciales e innegociables.